Debo confesar, con pena y enojo, que mis hábitos de lectura los abandoné hace varios meses por la imparable cantidad de actividades que me saturan. Hoy, tratando de poner un poco de orden en mi vida, volví a tomar un libro.
Por ahora, mientras me acomodo con los horarios y abro espacios, pienso leer sólo cuentos o textos cortos para tener la sensación de que empiezo y termino pero en poco tiempo.
El libro con el que arranco de nuevo se llama, curiosamente, "Pisa y Corre"; Beisbol por escrito. Selección de Vicente Leñero y Gerardo de la Torre.
Transcribo uno de los cuentos que me gustó.
La Vida en el Diamante
Alberto Blanco
II
Jugador sin audacia
es un anzuelo sin carnada.
Se hacía de noche en la calle
y después de jugar por horas
con una bola verdadera de beisbol
y de tirarle con un bat pesado
llegó aquel muchacho mayor que nosotros
al que le apodaban el Diablo.
Nos miró con displicencia.
Todos sabíamos que venía de ver a las gemelas
y -oscuramente- adivinábamos lo que hacían
a escondidas en la penumbra de su cuarto.
Ellas lo llamaban con malicia
apagando y prendiendo las luces de su recámara.
El Diablo sacó las manos de los bolsillos,
se las frotó enérgicamente y nos exigió la bola.
Luego me dijo que me pusiera al bat
para que supiera lo que es candela.
¡Y vaya que lo que salió del brazo era candela pura!
La pelota zumbó con una velocidad terrible
y describió con una curva inverosímil,
hermosa, sobrenatural...
No sé por qué
aquella primera curva
me hizo ver con otros ojos
la luz parpadeante en la ventana.
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